Visto que el único comentario que he tenido hasta ahora es de curiosidad, y otro que pretendo chinchar, pero no cuenta, allá van los capítulos 3 y 4 de Sombras sobre el Anauroch.
Capítulo 3:
Tres figuras salían de una pequeña formación irregular, la cual, si uno observaba bien veía que, en otro tiempo debió de estructura construida por el hombre, entre dunas en mitad de la fría noche del Anauroch.
- Os dije que no había por que coger las joyas, de todas formas no era lo que buscábamos.- Murmuró Doorus con la vista, y la atención, fija en un viejo pergamino amarillento como el marfil que le servia de cierre.
- No sería lo que tu buscabas, a nosotros poco nos interesan esos viejos papeles tuyos, y algo de dinero extra nunca viene mal.- Le respondió Vapraak jocoso mientras observaba un brillante anillo de oro y diamantes.- Además estoy seguro de que Gareth estará de acuerdo en que el golem daba más fuerte que el espectro ese.- Añadió sin esperar respuesta del siempre lacónico caballero.
- Fantasma…- Indicó Doorus murmurando a continuación algo que a buen seguro poco tenía que ver con la frase que había comenzado, aunque finalmente pareció pasar la parte interesante e incluso se permitió alzar la vista del papel.- Era un fantasma los espectros son entidades con…
En ese momento un deslizar en la arena y un sonoro cargar de ballesta les alertó mientras las espesas sombras que les rodeaban se disipaban mostrando una emboscada, que curiosamente en lugar de sorpresa generó una disimulada sonrisa por parte del mago.
- ¡Rendíos intrusos! Estáis saqueando las joyas de Netheril, propiedad indiscutible de sus únicos hijos vivos, los shadovar.- Les ordenó el que parecía el líder de aquella veintena de soldados, un ser que parecía más hecho de sombra que de carne.- Si os sometéis a la ley de Shade seréis tratados con clemencia.- Les indicó antes de añadir con una sonrisa.- Y tu, torpe mago, no intentes nada, puesto que esta vara que empuñó anularía tu magia. Quizás si muestras valía este pueda ser el día más afortunado de tu vida.
- Lo será cuando te patee las tripas bastardo de una bruja tuerta.- Insultó Doorus al shade sonriendo antes de añadir a voz en grito.- ¡Paladín!
Respondiendo a esa palabra un plateado pivote voló hasta chocar con el shadovar. Un ligero brillo se activó en el momento del impacto, indicando que algún tipo de barrera mágica había caído, y el mago se echo la mano al costado antes de caer él y su vara, ambos inertes, al suelo. Antes de que los atónitos soldados tuviesen tiempo de decir algo los silbidos de las flechas inundaron la oscuridad de la noche derribando a dos de los soldados, cada uno atravesado por un par de aquellos mortíferos proyectiles.
Pero los soldados shadovar eran autenticas fuerzas de élite acostumbradas a las emboscadas y a luchar por su vida, por lo que el desconcierto no duro ni un instante más, y comenzaron a ponerse a cubierto mientras disparaban, con oscuras ballestas ligeras, a los únicos blancos a la vista, los tres aventureros que acababan de salir de la antigua mastaba. La mayoría de proyectiles fallaron sus blancos, puesto que los soldados estaban más preocupados en cubrirse de los misteriosos francotiradores, que acababan de derribar a un teniente que trataba de organizarles, que en apuntar con sus armas, pero unas pocas flechas llegaron a estrellarse contra la completa o el escudo de Gareth, y una abrió un feo surco en el brazo de Vapraak.
A un gesto de Doorus la duna tras la que se cubrían la mayoría de soldados se convirtió en barro, cubriéndoles y ahogando sus gritos mientras los proyectiles y Vapraak caían sobre el resto, cinco soldados que un instante después eran cadáveres. Poco pudo hacer el resto del pelotón, puesto que antes de poder salir del viscoso barro se encontraron sepultados en piedra, piedra que seria su tumba. Un espeso silencio se cernió sobre la zona, roto tan solo por los gemidos del conjurador shade que trataba de desperezarse quitándose de encima el extraño conjuro que le había transmitido esa flecha cuando un puño oscuro se cernió sobre el y la oscuridad se adueñó de todo.
Capítulo 4:
Medhon Hardh, veterano teniente de Shade, se levanto dubitativamente, sintiendo el lacerante dolor en cada pulgada de su cuerpo, y sabiendo que solo era una porción del que sentiría cuando hiciese lo que tenía que hacer. Un desgarrado gemido resonó en la silenciosa noche desértica cuando se arrancó aquella extraña flecha marfilea de un tirón. Temblando, y con la respiración entrecortada, luchó por mantenerse de pie y acercar su mano hacia el bote de hierro que tenía oculto en su cintura. Con un esfuerzo titánico, dominado por un dolor que casi le volvió loco, el teniente tomo el contenido del bote sintiendo inmediatamente un agradable calor emanando de su estomago, acabando con aquel suplicio. A pesar de que el anillo, que había conseguido durante la guerra contra los phaerimm, habría acabado por restaurarle, como lo había hecho tras ser abatido por la flecha, sin contar que era lo único que le había mantenido con vida, no podía soportar la idea de aguantar varias horas más allí con ese dolor royéndole e incapacitándole para defenderse. Además debía volver inmediatamente a la base para informar, debían perseguir inmediatamente a aquellos bárbaros y abatirlos como merecían. Quizás después de eso le darían un permiso, volvería a ver a Hannah y a los niños, quizás…
Entonces, justo después de sentirlo y justo antes de poder pensar, Medhon reaccionó a un sonido cercano desenfundando su segunda arma, pues la primera permanecía en el suelo. Los ojos se contrajeron con horror al ver una oscura nube a escasos centímetros de su cara que serpenteaba hasta la entrada de la mastaba. Medhon Hardh se había distinguido en la lucha contra los malaugrym, había visto los horrores sin nombre en docenas de campañas en el plano de la sombra o en la guerra phaerimm, pero lo que veía en esos momentos reflejado en aquella pulsante masa oscura consiguió aterrorizarle y hacerle gritar. Pero ningún sonido llego a salir de su boca, pues el humo comenzó a introducirse vertiginosamente por ella, abriéndola con dos zarcillos que asemejaban pequeñas manos. Aquella sustancia fue introduciéndose más y más rápido, hinchándole hasta que los huesos crujieron y la piel amenazó con desgarrarse. Fue entonces cuando lo peor comenzó. La sustancia empezó a presionar hacia dentro, desgarrando y licuando todos los órganos internos de Medhon, convirtiéndolos en una tumefacta papilla que poco después vomitó sobre las arenas del Anauroch.
Anagakok observó con ojos negros como la pez la brillante el desierto que le rodeaba, sonriendo al ver los recuerdos de Medhon Hardh en lo que fuera su cerebro. Quizás se dedicará a jugar algo por este mundo antes de abandonarlo si el amo se lo permitía. Pero por ahora tenía cosas que hacer, deberes que cumplir, placeres que satisfacer. No había la más mínima huella visible en la arena, pero para Anagakok el rastro de magia que habían dejado las reliquias era tan visible como la brillante sangre fresca sobre la nieve virgen. Y así, con la paciencia que le caracterizaba, se dispuso a seguir a aquellos ladrones, al menos gracias a aquel curioso anillo el anterior propietario de aquel cuerpo no moriría, le encantaba la compañía mortal.
2 comentarios:
Pootah,no sabía que tuvieras un frikiblog,estoy por agregarte y tó.
Cuídate mamon :*
xDD Buenas zorrah, menudos nicks que te gastas ultimamente ;) A ver si es verdad y visitas este antro al menos :p
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