Zon-Kuthon (zon KOO-thon) es un retorcido, cruel y envidioso dios que profana la carne para traer dolor y miseria. Representa el siempre presente dolor, la oscuridad emocional, la envidia avasalladora y la perdida irreparable. Impenitentemente malvado obtiene alegría del dolor que causa a otros. Su propia existencia es una corrupción, un parasito sobre el mundo. Su mentalidad alienígena busca constantemente nuevas formas de oprimir, humillar, desmoralizar y destruir a otros. Aunque sus auténticos objetos son incomprensibles su deseo expresado es desollar a todo lo vivo hasta que el mundo entero sea una masa entretejida de carne sangrante retorciéndose en un éxtasis de furibundo dolor. El azota las mentes de los asesinos en serie, guía las manos de los torturadores y toca los nervios de aquellos que sufren como un maestro bardo.
Zon-Kuthon no ofrece una gran sabiduría, ni promesas de verdad universal, ni siquiera garantiza recompensas en la otra vida. Su extraña mente ve pocas diferencias entre esta vida y la siguiente, y tortura tanto la carne viva como el alma muerta con horroroso placer y exquisito dolor. Es posible que este desolador nihilismo pueda ser una evolución que es incomprensible incluso para sus más importantes clérigos, pero hasta el momento tanto el método como el mensaje son que la existencia misma es dolor. Su fe es legal, siguiendo la jerarquía natural del fuerte cebándose sobre el débil, ya sea por comida, entretenimiento, sexo o como prueba de dominación.
Su horrible afecto atrae a sádicos malvados, masoquistas dementes y aquellos cuyas almas han sido tan heridas que tan solo el dolor insoportable les distrae de sus pesares. Prisioneros olvidados en mazmorras para morir de hambre que cortan su propia carne tan solo para recordarse que existen. Amantes abandonados que hacen planes enfermizos para vengarse o que planean mezquinas crueldades para su infiel pareja. Toda madre que se niega a comer por la muerte de su hijo, cada culto que requiere una iniciación de dolor como prueba de sinceridad, cada transportista que golpea a sus animales duramente para hacer que trabajen mas rápido, cada borracho que bebe para olvidar, cada esclavo que prefiere el látigo a la muerte, todos ellos son observados por la cuenca vacía de Zon-Kuthon.
La intervención directa de Zon-Kuthon en las vidas de los mortales es normalmente breve y ambigua, costando más de lo que ofrece. Un esclavo que sufre el látigo y ora por alivio puede experimentar placer sexual pero sufrir un dolor acrecentado. Un artesano puede obtener la perfección en su trabajo tan solo después de que su obsesión le cueste todo lo que ama. Un conde que reza por auxilio contra unos invasores orcos puede obtenerla de un cruel señor de la guerra que toma las tierras orcas como suyas y se convierte en una amenaza todavía mayor. A pesar de esta ponzoña oculta los mortales siguen orando a Zon-Kuthon por ayuda, y este posee incontables siervos dedicados a escuchar estas peticiones, vigilantes ante aquellos que puedan ser tentados por el abrazo aciago del Príncipe Oscuro.
La verdadera apariencia de Zon-Kuthon varia, por lo que no hay una representación regular de el, aunque la imagen de conjunto es reconocible. Su carne es pálida y sin sangre, y habitualmente sin pelo, aunque en ocasiones tiene mechones de pelo rubio surgiendo de su cuero cabelludo. Contrastando con el tono pálido de su piel hay heridas sangrantes, muchas de las cuales se mantienen abiertas por garfios, correas o astillas, y algunas parecen estar parcialmente curadas y reabiertas. Otras veces su piel ha sido completamente quitada, revelando los músculos desnudos, o incluso un hueso. Frecuentemente lleva piercings, en ocasiones atravesando el músculo y el hueso, con fragmentos de joyería o restos de sus victimas colgando. Su rostro no escapa de esta atención con clavos y garfios y correas tirando en extrañas configuraciones, sus labios extraídos para mostrar los dientes sangrantes, un ojo extraído de su cuenta y reemplazado con un extraño cristal, o la parte trasera de su cabeza amputada, mostrando hueso y cerebro. Normalmente es representado portando una corona metálica vertical que tira de su carne hacia atrás en un obsceno florecer.
Las partes de su cuerpo sin heridas suelen estar cubiertas por un cuero negro empapado de sangre, a menudo sexualizado o usado para manipular la carne de modo obsceno. Sin toda esta orquesta de mutilación Zon-Kuthon podría parecer humano, pero las escasas partes inalteradas vislumbradas forman un fuerte y horrible contraste con sus partes mutiladas. Las representaciones mortales de el suelen simplificarlo en un hombre pálido vestido de negro con una herida importante. Distintos cultos de la iglesia pueden venerar una de sus imágenes sobre las demás (yendo hasta tan lejos como duplicar esa imagen en su propia carne), pero estas diferencias cosméticas son irrelevantes en la persecución de la fe de dolor y oscuridad.
La iglesia no tiene una indumentaria formal, aunque la mayoría viste con versión fetichistas de los atuendos del propio dios. La modificación corporal y la automutilación son la norma, y en algunos casos los experimentos son tan extremos que su carne esta entretejida con sus ropas de tal forma que quitárselas podría matarlos. Los miembros de la iglesia aprenden rápidamente como mantener las heridas limpias y libres de infección, así como ocultarlas a la vista. Aquellos cuyas alteraciones son severas y no pueden hacerse pasar por normales a menudo se hacen pasar por leprosos o mestizos monstruosos (los semiorcos son una elección común, especialmente en las tierras donde los orcos nunca se han visto). Los fieles particularmente hábiles e inteligentes son conocidos por despellejar a sus victimas, curtirla en cuero flexible y llevarla sobre sus heridas. Muchos de los artistas de la carne de la iglesia son conocidos por su habilidad para preservar la piel facial para poder llevarla como una mascara, permitiendo a sus portadores pasar por normales durante cortos periodos de tiempo incluso bajo un escrutinio detallado.
Zon-Kuthon es legal malvado, y sus campos divinos son la envidia, el dolor, la oscuridad y la perdida. Sus dominios son oscuridad, muerte, destrucción, mal y ley. Su arma predilecta es la cadena armada, un objeto versátil en la batalla y en el más profundo de los dungeons. Su símbolo es un cráneo con una cadena armada hilada a través de las cuencas de los ojos. Muchos de sus sacerdotes son clérigos, pero hay varias órdenes de guardias negros y paladines corruptos que inflingen dolor en su nombre, y algunas tribus primitivas le rinden culto bajo la tutela de adeptos. Se le llama el Señor de la Medianoche y el Príncipe Oscuro. Sus siervos más reconocibles son erinyes, diablos encadenados y felinos del infierno hechos de insondable oscuridad. Las misas de Zon-Kuthon siempre implican tortura, ya sea practicada en esclavos, prisioneros o miembros voluntarios del culo. Cuanto mas exquisita sea la agonía mayor será la ofrenda para el Señor de la Medianoche, y los torturadores especialmente hábiles pueden mantener a una victima rozando la muerte durante días, usando magia o drogas para mantenerse despiertos durante estas extensas "sesiones de oración". Los adoradores ingeniosos escogen torturas poéticas practicadas sobre miembros de fes rivales, tales como poner férulas de oro bajo las uñas de clérigos de Abadar, incubar larvas de polillas en los ojos de los peregrinos desnitas o fijar zapatos de hierro al rojo vivo en los pies de los forjadores de Torag (llamado la Danza de la Muerte). Los templos mas grandes poseen un "coro de alaridos" compuesto por esclavos alterados química o quirúrgicamente para que tan solo puedan cantar o gritar una nota cuando sean "tocados" por un director de tortura.
Muchos rituales del culto involucran desdibujar los límites entre placer y dolor, y alientan el sexo peligroso o humillante, ya sea con otros miembros del culto o con parejas involuntarias. La necrofilia no es desaprobada, aunque tampoco es común, ya que los no muertos no sienten dolor de la misma forma que los vivos o los muertos. La iglesia de Zon-Kuthon no posee una jerarquía global. Cada célula o templo tiene una jerarquía sobreentendida basada en el poder físico, la resistencia, la voluntad y la capacidad de soportar el dolor y elementos similares relacionados con las prácticas de la iglesia. En lugar de los duelos estándar los rivales dentro de la iglesia se entablan en duelos de lesiones autoinfligidas intensificándose hasta que una de las partes cede, no puede seguir con la interpretación o perece, estas contiendas también aumentan el estatus de los participantes a los ojos de los testigos. Normalmente hay pocas razones para que diferentes iglesias colaboren, ya que el culto raramente tiene objetivos a gran escala que requieran trabajo en equipo. En lugar de buscar el provocar una sola oleada de horror y derramamiento de sangre, la fe de Zon-Kuthon se contenta con agazaparse a los límites de la sociedad, rompiéndola y debilitándola lentamente.
Templos y Santuarios
Los templos de Zon-Kuthon parecen cámaras de tortura, y algunos son en realidad cámaras de tortura reconvertidas para el uso como iglesia. Los elementos de tortura típicos son elementos fijos, y las antorchas chispeantes o tenues cirios humeantes son lo normal como iluminación. Si los adoradores están usando un lugar secretamente para rendir culto uno de ellos lleva una representación del Príncipe Oscuro como eje central (a menudo un cuerpo preservado vestido como el dios o una victima de desfiguración ritual como una especie de icono) u oran a una Dama de Hierro vacía como representación de su presencia. Si la iglesia controla completamente el lugar, este tiene una decoración permanente de la fe. En los municipios más pequeños la iglesia puede ser una caverna secreta o un sótano donde los cultistas se encuentran lleno de instrumentos de cirugía y tortura que puedan pasar por herramientas de granja en caso de que la guarida sea descubierta.
Dado los intereses especializados del culto hay pocos santuarios remotos, aunque todo lugar en que alguien ha sido deliberadamente tratado con brutalidad puede atraer la atención de kuthonita, incluso la violencia "justificada" como quemar en la estaca a un necromante. Los fieles pueden dejar ofrendas en estos lugares, como unas pocas gotas de sangre, un cráneo de un animal, una pieza de metal afilada, y similares, hasta que el lugar adquiere una sutil atmosfera de sufrimiento y maldad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario